21 de septiembre de 2007

Para dudas... los periodistas

EL TIEMPO.COM/EDUCACIÓN

Para dudas... los periodistas


¿Cuáles son los errores más comunes que se cometen en el periódico y cuáles las dudas idiomáticas que más llevan a consultar a redactores y lectores?

Sin pretender responder estas preguntas con rigor estadístico, pues la cosa podría remitirnos a la alta matemática, diríamos que la mayoría tienen que ver con los usos elementales del idioma: la tipografía, es decir, en qué casos debemos usar la cursiva y en qué no; las mayúsculas, un asunto en el que podríamos rajar al mismísimo Rufino José Cuervo; las comillas simples, que se nos han vuelto de lo más complicado del mundo; el bendito (o maldito) verbo 'haber', que algunos intrépidos se atreven a confundir con 'hallar'; las combinaciones de 'por' y 'que', un laberinto peor que el de Creta; los nombres propios de árabes, rusos (maestros de obra incluidos), africanos y asiáticos, responsables de largas y sesudas discusiones que se saldan con un irresponsable "como usted diga" (en donde "usted" puede ser cualquier intruso); el uso de la coma en lugar del verbo en títulos, para abreviarlos y acomodarlos así al 'generosísimo' espacio que los diseñadores gráficos (verdaderos dictadores gráficos) graciosamente les conceden a los mendicantes redactores...
En fin, que estos e interrogantes parecidos son los que, como decíamos, obsesionan a diario a nuestros periodistas, quienes, a decir verdad, casi nunca preguntan por lo que podríamos considerar alto turmequé gramatical, como el gerundio, el uso -o mal uso- del que galicado, el régimen preposicional -al que nuestro admirable y admirado filólogo bogotano dedicó buena parte de su vida- o la distinción entre el qué interrogativo (enfático y, por lo tanto, tildado) y el que conjuntivo (átono y sin tilde) en frases como '¡Que viva la gente!', que por lo general sale mal publicado, pues a todos los traiciona la creencia de que, por estar en una frase admirativa, este 'que' debe ir tildado, cuando en realidad solo es una conjunción, sin énfasis alguno.
Para cerrar, detengámonos un poco en el uso de las comillas sencillas o simples (' ') que, aparte de servir como excelente comodín, dado el espíritu picaresco y creativo que anima a muchos a la hora de titular con juegos de palabras, es uno de los aspectos ortográficos menos regulados que tenemos en el periódico en el orden de la tipografía. Por eso no es raro oír que se pregunte a cada rato si el nombre de tal o cual seminario, reunión, cumbre, jornada, etc. (ahora se les dice 'eventos'), va en cursiva, entre comillas simples, comillas dobles o con las iniciales del nombre del certamen en mayúsculas.
Este pequeño caos mental que nos han creado estos diminutos y en apariencia inofensivos signos ortográficos parece que nos ha condenado a la duda perpetua y a la justificación de un cargo como el de Defensor del Lenguaje.
EDUARDO PARRADefensor del Lenguaje - EL TIEMPO

"Sale" y "aplicar"

EL TIEMPO.COM/EDUCACIÓN

Sale' y 'aplicar'

Luis Eduardo Parra, defensor del lenguaje del periódico EL TIEMPO, habla sobre el mal uso que muchos les dan a los extranjerismos.

A propósito de la presentación oficial del Diccionario panhispánico de dudas -el pasado 18 de noviembre, en Rosario (Argentina), durante el III Congreso Internacional de la Lengua Española- y de la importancia que esta nueva obra les concede a los extranjerismos, valga la oportunidad para referirnos a dos de los que más se perciben por esta época como odiosos, frívolos e innecesarios.Uno es el equívoco y despistador sale, préstamo del inglés del que echan mano los dueños de ciertos almacenes de ropa u otras mercancías para anunciar, en aparatosos letreros, las que no son más que simples y comunes rebajas. Y las que también son promovidas, en grandes letras, pero en español, por los almacenes populares del centro y el sur de Bogotá, mucho más auténticos en esto de la comunicación y la publicidad que los considerados elegantes y refinados.Algo no menos ridículo y perjudicial para la integridad de nuestro idioma ocurre con el nuevo significado que los publicistas, por imitación extranjerizante, le atribuyen a aplicar.
Ninguna de las acepciones que tiene este verbo en español, incluso las que figuran en diccionarios de uso tan reconocidos como el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, autoriza a utilizarlo en frases como 'Voy a aplicar a una beca', 'Apliqué para un empleo' o lo que ya se volvió un tópico en las advertencias con que terminan ciertos anuncios publicitarios de periódicos, radio y televisión: 'Aplican restricciones'.En un caso, estas transgresiones resultan de otorgarle a nuestro castizo aplicar acepciones del verbo inglés to apply que le son totalmente extrañas, como presentar, solicitar, pedir (algo), postularse. En inglés es normal decir it's a good job, ¿why don't you apply? (es un buen trabajo; ¿por qué no te presentas? o ¿por qué no lo solicitas?); o to apply for a job (solicitar un trabajo, presentarse o postularse para un trabajo); o she applied to obtain a new passport (solicitó un nuevo pasaporte). Como se ve, en ninguno de los ejemplos se traduce to apply por aplicar. En cuanto a las advertencias publicitarias, el caso es más aberrante aún, pues no hay forma en español con la cual equiparar to apply. ¿Por qué en lugar del esperpéntico 'Aplican restricciones' no decimos 'Rigen restricciones' o, mejor, 'Restricciones vigentes'?El Diccionario panhispánico de dudas, una obra interacadémica que llega con la portentosa misión de encauzar y aclarar las aguas revueltas en que se confunden las dudas de los hispanohablantes, aborda el tema de los extranjerismos sin hacerles concesiones a las modas, a la ignorancia y a quienes, por querer impresionar a los demás, usan voces y expresiones de otra lengua despreciando lo mejor que tenemos para defender nuestra cultura: el propio idioma.Bienvenido este nuevo diccionario y no dudemos en usarlo como arma contra las invasiones bárbaras.

LUIS EDUARDO PARRADefensor del lenguaje de EL TIEMPO