31 de octubre de 2008

Es la muerte para la escritura uno de sus grandes temas



Mientras que para los románticos es su amiga y aliada; para los realistas y naturistas es un proceso biológico inevitable.

La muerte es uno de los grandes temas que ha ocupado la mente de escritores de todas las épocas y nacionalidades dentro de la literatura universal, que engloba y resume muchos otros aspectos relacionados con la decadencia.

Ha sido para la escritura material de los mejores capítulos, los más intensos y densos del contenido humano, entre ellos: "Las metamorfosis" de Ovidio, "La Orestíada" de Esquilo, "Hamlet" de William Shakespeare, "Diferencia entre lo temporal y lo eterno" de Juan Eusebio Nierenberg, "Las rimas" de Gustavo Adolfo Bécquer o "Los sonetos de la muerte", de Gabriela Mistral.

Asimismo, ha sido vista y descrita de acuerdo a como se vivía, el clima cultural y natural, ideológico y geopolítico del autor, pues mientras que para los románticos la muerte es su gran amiga y aliada; para los realistas y naturistas es un proceso biológico al que se llega de una u otra forma.

"La divina comedia" de Dante Alighieri, es una de las obras maestras de la literatura universal, que aborda el tema de la muerte de una forma muy particular al dividirla en tres partes: "Infierno", "Purgatorio" y "Paraíso".

Este poema épico, narrado por Dante en el mundo material de ultratumbase volvió la base del pensamiento moderno y culmina con la afirmación del modo medieval de entender el mundo.

La filóloga Anabel Sáiz Ripoll, en su artículo "La muerte en la literatura. Siglos XIX y XX", señala que los autores románticos se sienten abandonados por Dios, culpables y solos, ante ello se mueven en el vacío y van a la autodestrucción.

Entonces, explica, si la vida es un mal, la muerte, en consecuencia, es su gran amiga, es la libertadora, la que trae la paz al alma atormentada, la respuesta irrebatible del mal comprendido idealista joven, noble, ambicioso a un mundo indigno, frío, indiferente.

Una de las obras literarias más representativas del romanticismo es "Don Juan Tenorio", del autor español, José Zorrilla, una particular visión del "Burlador de Sevilla", de Tirso de Molina, con gran popularidad hasta la fecha, que aún se representa cada 1 de noviembre.

En tanto, para los realistas, sus novelas tienen un principio, un desarrollo y un final. Como los seres vivos, crecen, se reproducen y mueren. Después, cuando el protagonista muere, ya sólo queda enterrarlo, con mayor o menos dignidad dependiendo de las circunstancias.

Para la corriente vanguardista y expresionista, que tiene a Ramón Gómez de la Serna, como uno de sus máximos representantes dejar de existir, es visto con humor iconoclasta y personal, muy latente en su obra: "Los muertos, las muertas y otras fantasmagorías".

No obstante, el sociólogo e historiador argentino, Luis Rafael García Jiménez, señala que dentro de la literatura universal la muerte posee un poder igualador frente a todos los hombres, desde el Papa hasta el mendigo, pasando por toda la escala social. Es también una amonestación a la necesidad de arrepentimiento.

El tema de la muerte en la literatura mexicana ha sido una constante, desde la época prehispánica hasta la actualidad, dada la herencia que legaron los antepasados acerca de su concepción llena de simbolismos e imaginación.

Dentro de la literatura náhuatl, la filosofía de la muerte se centra en la brevedad de la vida, la incertidumbre sobre lo que hay después de la muerte, la crueldad o indiferencia de los dioses, su naturaleza, la amistad, el valor de la poesía y la belleza, la tristeza y melancolía del individuo sometido a los designios de los dioses terribles.

Uno de sus máximos representantes es el poeta Nezahualcóyotl, cuya obra más representativa habla acerca de su deseo por la vida eterna y del lugar donde la muerte es conquistada.

Por lo que respecta a la literatura novohispana y barroca, que tiene como sus máximos representantes a Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Ruiz de Alarcón y Carlos de Siguenza, entre otros, donde el personaje central es la muerte, representado de una manera grotesca, pero que ilustra la relación que los mexicanos tienen con ella.

Una vez que concluye la Revolución Mexicana, surge una importante generación de autores, entre ellos Juan Rulfo, quien en obras como "Pedro Páramo" y "El llano en llamas", concibe a la muerte como un estado perpetuo de ciertos gastados y enfermos cuerpos sociales, según lo establecen sus críticos.

Otros de los autores contemporáneos que no se pueden soslayar es Carlos Fuentes y dos sus obras más representativas "Aura" y "La muerte de Artemio Cruz", donde el autor hace una radiografía de un México agonizante, mientras que en la primera, el autor habla sobre la resurrección de una anciana marcada por la imposibilidad de renunciar a la vida.

"Aura" explican los analistas de Fuentes, es la mujer que es madre de sí misma es una imagen descarnada (o reencarnada) del monstruoso y sin embargo natural deseo de vivir para siempre.

Mientras que para el escritor español, Juan Goytisolo, los temas de ultratumba son concebidos como un vehículo ideal para el papel de la disidencia y subversión literaria en que milita desde sus primeros días y en que para él culmina el concepto mismo de la novela.

Sus textos más representativos sobre este tema son: "Makbara" y "La cuarentena" donde para Goytisolo, la muerte significa un desafío a prueba de cualquier tratamiento frívolo.

En tanto, "El Sur" del autor francés, Jorge Luis Borges, plantea, más allá de un complejo estudio sobre la literatura como prolongación de la vida, es una revisión compleja del tema de la muerte como corolario y definición retrospectiva de la vida de cada ser humano.

Finalmente y dentro de los autores pertenecientes a la llamada generación de la "literatura de la onda", se encuentra José Agustín, quien en obras como "La tumba" o "Vida con mi viuda", se da a la tarea de enfrentar al lector con el tema de la muerte, estrechamente ligada con la familia, el crimen y la política.

Publicado en: EL UNIVERSAL