6 de junio de 2010

Los jóvenes no leen menos: leen otras cosas, en otros lugares y de otra manera.


Los métodos de lectura entre los jóvenes están sufriendo una transformación en la que el libro impreso ha dejado de ser el soberano, para convivir ahora con una cultura multimedia, advierten las especialistas Roxana Morduchowicz y Joel Bahloul.

No es que los chicos no lean, sino que leen otras cosas, en otros lugares, con otros fines y de otra manera. Podrán leer menos libros, pero no leen menos, subraya Morduchowicz directora de Educación y Medios del Ministerio de Educación de Argentina, quien junto con Bahloul, participó en dos seminarios: La lectura en el mundo de los jóvenes, ¿una actividad en riesgo?, que comenzó el miércoles anterior en el Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas en la Torre II de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM), organizado por la maestra Elsa Ramírez.

El otro se realizó el jueves y viernes con el tema Una mirada al desencuentro con la lectura, ¿por qué los jóvenes se alejan de los libros?, en la librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica.

Mi posición, dice Morduchowicz en entrevista, “está muy lejos de los que se alarman y los apocalípticos que piensan que la lectura peligra y que está desapareciendo.

“Yo me inscribo en la posición de que los chicos de hoy no leen menos que los de antes: leen otras cosas, en otros lugares, con otros fines y de otra manera. Podrán leer menos libros, pero no menos.

“La llegada de Internet demuestra claramente que los chicos leen porque buscan, por ejemplo, información sobre un grupo de música o alguna actividad en especial; necesitan leer para ingresar en un blog o en un sitio web, o para crear su propio blog; ahí no sólo leen, sino también escriben, aunque efectivamente lo hacen de manera distinta.”

Mucho se habla de la competencia entre los libros y el mundo de pantallas en el que vivimos, añade la autora de El capital cultural de los jóvenes. Es cierto que los chicos de hoy, los que tienen menos de 18 años, nacieron en un mundo mediático y tecnológico muy diversificado. Nacieron en un mundo de pantallas, y esto no significa que ese mundo destruya o minimice la lectura, son otras maneras de leer.

Esta es una generación multimedia no sólo por la oferta mediática a su disposición, sino por esa variedad de medios de los que disponen y por el uso simultáneo de medios y tecnologías.

Sin embargo, Roxana reconoce que existe el temor por la lectura entre los jóvenes, porque no se les ve con un libro en las manos, “porque la lectura está legitimada socialmente por el libro. Cuando alguien te pregunta qué lees, no contestas: blogs, historietas, sitios web, revistas, diarios; todo mundo está pensando cuál fue el último libro que leyó, como socialmente se suele asociar la lectura con el libro, todo mundo se alarma porque podría ser que se leyeran menos libros.

“De cualquier manera no es culpa de los medios, no hay responsabilidad de las pantallas, porque cuántos chicos –son millones– en el mundo leyeron Harry Potter, Crepúsculo o Narnia a partir de que vieron las películas.

Un buen uso de las pantallas puede promover la lectura. También está comprobado en Argentina y el mundo que los chicos que miran menos horas de televisión por día no leen más libros porque usan el tiempo para otras cosas.

Su propuesta es esta: que los planes de lectura, no sean Plan de Lectura o Programa Nacional de Lectura, sino de lecturas, en plural. “La ‘s’ habla de una pluralidad de textos no de un texto único que es el impreso.

Ahora, cuando decimos que vivimos en una sociedad multicultural no es por la diversidad de razas, etnias o religiones, sino porque es una sociedad donde conviven la cultura oral, escrita, audiovisual y la hipertextual o digital. Con esas culturas viven los chicos. Hay que enseñarles a manejar esos múltiples lenguajes y escrituras. La lectura no es sólo libro y no es sólo en singular: es lecturas, al igual que escrituras.

Lo impreso ya no es soberano


Joel Bahloul, catedrática del departamento de Antropología de la Universidad de Indiana, destacó en una entrevista por separado que si bien vivimos en un mundo multimedia, creo firmemente en la relación física con los textos, con los libros. Al enseñar a los jóvenes a leer tiene que haber una relación física con los libros, lo impreso importa en el ambiente, en la forma en la que socializan esencialmente.

En Estados Unidos algunos fenómenos relacionados con la lectura son la existencia de blogs, donde los jóvenes lectores, entre 12 y 19 años, escriben acerca de lo que leen, recomiendan libros, entablan debates (una de estas páginas es www.goodreads.com); otro es que en las librerías puede verse que la mayoría de los libros están escritos para las adolescentes y que las escritoras son mujeres. Casi no hay libros para hombres en esa edad.

Bahloul, autora de Lecturas precarias (FCE), expresa: “Vivimos en una época multimedia, pero mi generación, la que está ahora en el poder en el mundo cultural y educativo, no creció con eso, y ahora tenemos dificultad para cambiarnos a este mundo en el que lo impreso ya no es soberano. Sin embargo creo que el libro va a seguir teniendo mucha importancia como objeto impreso, porque en estas redes sociales de lectores como goodreads el libro es el rey y la llave. Leer un libro es la clave secreta para ingresar”.

Ni siquiera la llegada de los libros digitales o dispositivos como el Kindle marca el fin del libro. Estamos en una transformación en esta relación entre los jóvenes y la lectura. Hay un cambio definitivo, inmenso, en la forma en la que nos comunicamos. Lo cierto es que los jóvenes leen, no sólo libros, pero leen. Leen de una manera diferente, el mundo imaginativo es diferente.

Publicado en: LA JORNADA

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