Sus mil usos y acepciones se metieron en el bolsillo a más de 2.000 jóvenes, convocados por la Fundación del Español Urgente (Fundéu) de México.
GUADALAJARA (Efe)
Fueron ellos, los que se dicen más "chingones", quienes celebraron el pasado viernes cada uno de los chistes que cruzaron el Auditorio Juan Rulfo de la FIL, acostumbrado al discurso literario elevado, pero hoy más cerca del mundo terrenal gracias al verbo "chingar".
El término es intraducible, cuesta años dominarlo y estimula la imaginación de quien lo escucha por sus múltiples acepciones, casi infinitas.
Hasta hoy los académicos lo usaban con cierto recelo, pero esta mañana, a "chingadazos", los organizadores del encuentro "¿Cómo chingados se usa el español?" lograron lo que se pretendía: entusiasmar a los jóvenes con el español.
Al mexicano Carlos Loret de Mola, periodista de Radio Fórmula y Televisa, le echó en cara una persona que cada mañana en su noticiero, pida que la gente le mande imágenes curiosas "con un teléfono, con una cámara o con lo que sea".
"Se le acabó el sinfín"
Yo he tratado de hacerlo con zapatos y plátanos, pero me es imposible", explicó quien preguntaba, a lo que Loret le contestó a la española y sonriendo: "¡Hombre, no seas tan radical!".
Luego se quitó el zapato para tomarle una foto a quien lo puso en evidencia.
El colombiano Daniel Samper Pizano, que se presentó como académico "por error" de la lengua en Colombia, contó cómo una vez alguien trató de buscarle las cosquillas reprochándole su forma de expresarse.
"Yo creo que el lenguaje es lo mismo que el amor: no pido pureza sino higiene", contestó a su interlocutor.
A Alex Grijelmo, presidente de la agencia de noticias Efe y vicepresidente de la Fundéu España, le presentaron como hincha del Real Madrid y se vengó a su manera de la concurrencia usando términos como "molar", "joder", "manguis" (ladrona) o "ratera", con los que están poco familiarizados los "chingones" mexicanos.
El escritor mexicano Juan Villoro se atribuyó la popularización de la palabra "súper" (supermercado), que aparece en el Diccionario Panhispanico de Dudas, y narró una anécdota que le dejó helado: una vez un mecánico que examinaba su coche le explicó que éste se había parado porque "se le acabó el sinfín".
Las preguntas pusieron fin a una de las sesiones más desenfadadas en las últimas ediciones de la FIL, la mayor feria del mundo en español que tiene entre sus prioridades buscar lectores ganándose, con actos como el del viernes, al público joven e irreverente.
"Para qué sirve el idioma", según Samper
El español sirve para insultar con contundencia: "Vete al carajo, güey".
Sirve para que nos entretengamos con las diferencias al usar varias palabras según la región donde nos encontremos: pantaletas, cucos, bragas, bombachas.
Sirve para leer en sus originales, con su música interior, que a veces no se puede traducir, a Quevedo, Lope, Góngora, Sor Juana Inés de la Cruz, Juan de Castellanos, Garcilazo, Calderón, Martí, Darío, Vallejo, Hernández, el otro Hernández y... el otro Hernández, García Lorca... (campanazo de Villoro)... Neruda, Rulfo, Paz, Cortázar, Borges, Sábato, Lezama Lima (campanazo doble de Villoro)...y, finalmente, a García Márquez, Cervantes y Juan Villoro.
Para poner "chingados" en el título de esta charla, y ver que gracias a esa mágica palabra se llena de gente este "chingado" salón, a sabiendas de que si se hubiera denominado 'El presente y futuro de la sintaxis y la lexicografía del idioma', los académicos presentes nos hubiéramos quedado "chingadamente" solos.
GUADALAJARA (Efe)
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